viernes, 26 de diciembre de 2008

Carta a los Reyes Magos


Hace pocos días vuestro subcontratista Papá Noel visitaba nuestros hogares repartiendo felicidad entre los niños y sus progenitores. De su trineo sobresalían, perfectamente apiladas, miles de bolsas y cajas en cuyo interior viajaban los juguetes que pronto estarían ocupando su lugar bajo el abeto navideño.
En poco tiempo vosotros llegaréis siguiendo sus pasos hasta este lupanar al sur de Europa que algunos llaman España, cargados de regalos como vuestro predecesor. No podía ser de otra forma, puesto que está establecido en nuestro estilo de vida occidental que acumular objetos es bueno: otorgan estatus social más allá de su utilidad y su posesión nos define como personas para que no tengan que hacerlo nuestros actos. Es obligación de Sus Majestades jugar el papel que les corresponde y ayudar a la sociedad a formar a una nueva generación de ciudadanos no sólo dispuestos, sino también ansiosos por ocupar su lugar en un mercado que los reclama cada vez a más temprana edad.
Por mi parte os pido algo tan extraordinario como sencillo: venid con sacos bien grandes, pero vacíos. Que estas Navidades el regalo sea la purga de todo lo que no necesitamos, de la hipocresía y los que la alimentan, de los que avanzan y medran con el trabajo ajeno, de los que hacen virtud de la estupidez y la ignorancia.
Os quedaremos muy agradecidos.

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